Análisis Super Monkeyball: Banana Mania

Sega y su estudio Ryu ga Gotoku (creadores de la saga Yakuza) nos trae Super Monkeyball: Banana Mania. Una celebración de la saga Super Monkeyball por su veinte aniversario. El título conmemora y reúne las tres primeras entregas de la saga, las pone al día en el aspecto técnico y lo surte de una cantidad de contenido apabullante. ¡A rodar!

Como ya he mencionado, Super Monkeyball: Banana Mania remasteriza los tres primeros títulos de la saga. Para entender dónde se encuentra la saga hoy en día, hay que hacer un poco de historia. En su día hubo dos entregas, Super Monkeyball y Super Monkeyball 2, ambas para Gamecube. Un tiempo después llegaría Super Monkeyball Deluxe, que se lanzó en la primera Xbox, al igual que en PS2, tras pasar por GBA. Este último ya era un recopilarorio de los dos primeros con un buen lavado de cara y varios extras.

Super Monkeyball: Banana Mania ofrece todo esto y más. Más de 300 niveles, modo historia, un modo multijugador con divertidos minijuegos, partidas contrarreloj, clasificatorias online, un buen puñado de personalización…todo bajo un manto de celebración que Sega ha cuidado mucho para ofrecer una divertida experiencia a todo tipo de públicos.

Super Monkeyball Banana Mania, rodar y rodar

El título tiene una premisa sencilla, somos un mono dentro de una bola de hámster, y hay que controlar la bola por el escenario, y sí, es tan delirante y sencillo como suena, o quizá no tan sencillo… Con el stick izquierdo, haremos girar el escenario para dirigir la bola a lo largo de una gran variedad de niveles, a cada cual más ingenioso. Sabiendo esto, el objetivo es llegar a la meta antes de que se cumpla el tiempo límite, a la vez que recogemos todos los plátanos posibles. Su modo historia, que es su modo principal, nos ofrece diez mundos con diez fases cada uno. La curva de dificultad está ajustadísima y los niveles irán siendo más complicados y enrevesados según vayamos avanzando. Hará falta habilidad, pero también paciencia y autocontrol, más importantes aún.

Hay fases que terminaremos en treinta segundos y otras que nos tendrán diez minutos mientras mejoramos a cada intento. Son unas mecánicas arcade divertídisimas y muy adictivas, a los pocos minutos de coger el mando ya estaremos soltando alguna carcajada o saltando del sillón exaltados por un nivel que llevábamos a la perfección y hemos estropeado en el último momento. Hay muchas fases que parecen salidas del mismísimo infierno, pero aún así el juego es justo y el control está muy pulido, vital para este tipo de juego donde el control del personaje es milimétrico.

Un arcade con mecánicas clásicas de habilidad, directo y con todo el encanto de Sega. Si la cosa se nos hace muy cuesta arriba, el juego cuenta con varios tipos de ayuda que podremos activar, una opción muy recomendable para los más pequeños de la casa y para los que prefieren no tener frustraciones durante algunas fases.

Apartado técnico renovado

En cuanto al apartado gráfico, se han puesto al día y se han hecho casi desde cero los niveles clásicos que teníamos en las anteriores entregas. El colorido y vistosidad de sus escenarios encajan perfectamente con las mecánicas y hay una gran variedad de mundos y niveles con distintos diseños temáticos. El rendimiento en Xbox Series S, que es la consola donde se ha realizado el análisis, es muy bueno, el título va a 60fps con total fluidez, y hay que destacar la sensación de velocidad que se consigue en los niveles más vertiginosos. Al título, por su propia identidad, no se le puede pedir más en este aspecto.

Vamos con el apartado musical y sonoro, en el que destacan los dos aspectos más importantes, música y efectos. Para su banda sonora se han reinterpretado los temas clásicos con nuevas mezclas para la ocasión, canciones que encajan perfectamente con lo que se muestra en pantalla, perfectas para un título con un corte tan arcade y alocado. Los efectos sonoros tampoco se han descuidado, habiendo todo tipo de registro para golpes, carreras, saltos, y los carismáticos sonidos que emiten los personajes del juego, todo con una identidad propia muy de Sega.

Personalización marca de la casa

Ahora toca hablar de un aspecto muy cuidado, el de la personalización. Podremos gastar las monedas que obtendremos progresando en los distintos modos online en la Tienda, que se encuentra en el menú principal. Aquí podemos elegir entre una gran variedad de prendas y accesorios para los distintos personajes, aunque sin duda lo más tentador es comprar personajes nuevos, y qué personajes…

Aparte de Ai Ai, MeeMee y compañía, que son los personajes clásicos de la franquicia, Sega pone toda la carne en el asador con el resto de sus estrellas. Tendremos por supuesto a Sonic y Tails, pero además hacen aparición personajes como Kazuma Kyriu de la saga Yakuza, Beat de Jet Set Radio, Morgana de Persona 5…todo un festival para los más segueros del lugar.

Conclusiones Super Monkeyball: Banana Mania

Tenemos ante nosotros un arcade clásico una mecánica directa, divertida y muy adictiva. Una recopilación de los tres primeros juegos de la saga celebrando su veinte aniversario, puestos al día para la nueva generación. Sus variados modos de juego tienen personalidad propia y nos pueden tener entretenidos muchas horas, en especial su multijugador local, ideal para jugar con familia y amigos.

La cantidad de contenido de calidad que ofrece el título es sorprendente, todo con el encanto de un arcade clásico de Sega, que trae a sus personajes más famosos para celebrar la ocasión. No puedo dejar de recomendar el juego a los fans de la marca japonesa, y a los puristas del arcade clásico, sin olvidar que puede ser un título muy recomendado para jugar en familia. Si quieres leer más análisis como éste y estar al tanto de toda la actualidad de Xbox no dejes de visitar nuestra web, Área Xbox.

8.2

Gráficos

8.0/10

Jugabilidad

8.5/10

Sonido

8.0/10

Pro.

  • Divertido y adictivo como pocos.
  • Variedad y calidad de sus modos de juego.
  • El título cuenta con los personajes más famosos de Sega.

Contra.

  • La cámara a veces es algo brusca.
  • Su modo historia está algo desaprovechado.

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