Desde hace ya muchos años, venimos oyendo eso de que los videojuegos también son arte. Hay quien directamente los cataloga como el octavo arte, e incluso se atreven a anteponerlos al cine o la música. Yo soy de los que prefieren verlos como una perfecta comunión entre las grandes virtudes de ambos, sirviéndose a la vez del factor jugable que lleva a quien los disfruta a un estado de inmersión total. Hay millones de ejemplos por supuesto, pero si buscáis uno muy claro de un videojuego al servicio del arte,…
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