Análisis Amnesia: The Bunker

Amnesia: The Bunker

Frictional Games, maestros del terror moderno sin duda, regresa tras Rebirth con Amnesia: The Bunker. Esta nueva propuesta trae varias novedades bastante importantes a la saga.

Si finalmente la aventura en el búnker de la Primera Guerra Mundial merece la pena o no, quedará resuelto en este análisis si os quedáis a leerlo:

Una historia interesante, pero preparaos para leer bastante

La historia nos deja en el año 1916, durante la Gran Guerra. Somos Henri Clément, un soldado francés que, tras esquivar a algunos alemanes con la ayuda de su amigo Augustin Lambert, finalmente ambos acaban siendo víctimas de un cañonazo caído justo en su posición. Como consecuencia, caemos inconscientes y despertamos en la enfermería de un búnker sin recordar nada y dando por muerto a nuestro compañero.

A partir de aquí, todo empieza a torcerse cada vez más. Nada más salir de la enfermería, nos daremos cuenta rápidamente de que en ese lugar ocurren cosas inexplicables. Tras encontrar a un camarada moribundo, este nos da su revólver sin balas y nos pide un favor: matarlo para acabar con su sufrimiento. Al ir a por algo de munición y darnos la vuelta, una extraña criatura cuadrúpeda que apenas se deja ver ya se ha encargado de acabar con el sufrimiento de ese pobre infortunado.

Esta sinopsis es solo la punta del iceberg de la historia. La narrativa es muy importante en cualquier obra de la gente de Frictional Games, y en Amnesia: The Bunker no es menos. Aunque, como ya sabéis, tienen por costumbre contarnos casi todo el trasfondo a través de textos, por tanto os tocará leer bastante. Eso sí, merece totalmente la pena por lo interesante que resulta, con giros de guión incluídos.

Lo que hay en ese búnker puede ser peor que la misma guerra

Algo común en la mayoría de obras bélicas es el hincapié en mostrarnos lo cruda y horrible que es la guerra (y más aún si hablamos de la I Guerra Mundial). Sin embargo, The Bunker prefiere enfocarse en enseñarnos un elemento incluso peor que la misma guerra y no procedente de ella: el engendro depredador que acecha ahí abajo.

Durante prácticamente las 5-6 horas de duración del infierno de Henri, este ser del averno va a estar pendiente de absolutamente cualquier paso en falso o ruido. En cuanto llamemos su atención, aparecerá para devorarnos, y es bastante difícil no atraerlo debido a sus finísimos oído y vista. Ir con mucho cuidado es esencial.

Y cuando digo esencial, me refiero a la imposibilidad de tener ni siquiera luz constante. Disponemos de una linterna de dinamo la cual, cada vez que tiremos de la pequeña cadena para encenderla, emitirá sonido. Cuantas más veces tiremos, más tiempo tendremos luz, pero por otro lado el monstruo nos escuchará. Tampoco es recomendable esprintar durante mucho rato.

Las armas y sus distintos usos en Amnesia: The Bunker

Otra característica principal de la franquicia es la sensación de indefensión ante el peligro. En las entregas anteriores no poseíamos ningún tipo de armamento para defendernos del persistente enemigo. Sin embargo, en esta última eso cambia radicalmente. Ahora llevamos en todo momento el revólver regalado por aquel soldado que nos suplicaba terminar con su vida, e incluso granadas o cócteles molotov.

Pero cuidado con el uso que hacemos de este armamento, porque además del fuerte sonido que emitiremos, los recursos son realmente escasos según la dificultad seleccionada. Asimismo, las armas también nos sirven para resolver ciertas situaciones o puzzles, y quizás a veces se preferirá usarlas para eso en vez de para ahuyentar al -inmortal- enemigo. Queda a vuestra elección.

Y es que el juego desde el principio nos indica que es posible superar casi cada obstáculo de diferentes formas, haciendo de cada partida un nuevo desafío. Las granadas, por ejemplo, pueden usarse para destruir una puerta cerrada de madera, y la pistola para romper candados. De hecho, los puzzles y recursos que encontraremos son aleatorios en cada aventura. Punto positivo para la variedad y rejugabilidad del título.

Mecánicas de survival horror muy bien implementadas

Amnesia: The Bunker tiene elementos sacados directamente del survival horror (principalmente Resident Evil). El lugar que más recurrentemente visitaremos -por nuestro bien- es la sala segura, nuestra única opción de guardar la partida encendiendo una lámpara. Si morimos reapareceremos en el último punto de guardado manual, al no existir el automático. No os preocupéis por guardar cuantas veces queráis porque no se nos pide nada a cambio.

Por otro lado, justo enfrente de dicha lámpara, hay un baúl donde podemos almacenar los objetos excedentes de nuestro limitado inventario. Aunque el espacio del inventario va aumentando según vayamos recogiendo unas bolsas de almacenaje, lo cierto es que es imposible llevar encima más de algunos objetos, por tanto los no necesarios será mejor dejarlos en el baúl.

Y lo último a destacar de esta sala es un enorme generador que debemos alimentar con combustible constantemente. Si se acaba ese combustible (siempre podemos ver cuánto nos queda tal cual sincronicemos el reloj), nos quedaremos totalmente a oscuras, resultando en una gran ventaja para el acechador. La luz lo mantiene más o menos a raya.

Sonido y apartado técnico muy destacables

En cuanto al apartado técnico, cabe destacar que la optimización en Xbox Series S es excelente. No hay ningún problema reseñable. Gráficamente no es ninguna maravilla, pero cumple de manera muy correcta, y aunque existen pantallas de carga, solo duran alrededor de 2-3 segundos al movernos hacia otros módulos del búnker. Nada ni mucho menos molesto, no temáis.

No obstante, donde sí destaca el juego es en la ambientación. Eso de estar encerrados en espacios tan pequeños, estrechos y oscuros resulta bastante claustrofóbico y añade aún más tensión si cabe al asunto. El peligro está en cualquier sitio, dado que hay ratas asesinas por varias zonas y muchas paredes tienen agujeros por donde el monstruo es capaz de desplazarse tranquilamente o esperarnos desde ahí.

Respecto al apartado sonoro también hablamos de una propuesta muy potente. Es imprescindible jugar con auriculares conectados para disfrutar plenamente de todo lo que nos ofrece en este sentido. De esta manera, podremos oír a la criatura y saber por dónde anda para así empezar a ir con pies de plomo. Escuchar nuestros pasos, las puertas, recarga de las armas o las explosiones es todo un deleite.

¿Merece la pena el terror de Amnesia: The Bunker?

Tras todo lo comentado, toca responder a la pregunta sobre si Amnesia: The Bunker merece la pena y cumple con su objetivo de aterrorizarnos. Obviamente, la respuesta es afirmativa. Y no solo eso, sino que además muy seguramente estamos ante la mejor propuesta de la saga desde el primero, The Dark Descent; y tampoco tiene mucho que envidiarle a la obra magna de Frictional Games.

La esencia principal sigue intacta, con su motor de físicas que nos permite agarrar casi cualquier objeto, sus innumerables notas de texto para explicar todo el contexto de la historia, o el clásico enemigo persistente. No obstante, el uso de armas de fuego o los elementos de survival horror como el guardado de partida manual o el baúl de almacenamiento le añaden un giro bastante resultón a la fórmula clásica.

El sonido y el apartado técnico están muy bien logrados y la sensación de tensión y miedo es constante durante las 5-6 horas aproximadas que dura el viaje. Sin duda, un título recomendadísimo que no solo llegó a precio reducido, sino también desde el día 1 en Xbox Game Pass.

Sin más, en Área Xbox seguiréis encontrando mucho más contenido sobre vuestro mundillo favorito.

Amnesia: The Bunker

8.2

Gráficos

7.5/10

Sonido

8.5/10

Jugabilidad

8.5/10

Pro.

  • Tensión constante al saber que el monstruo está acechando en todo momento
  • Diferentes maneras de completar el juego
  • Ambientación tan terrorífica como claustrofóbica
  • Muy buen apartado sonoro
  • Optimización muy lograda

Contra.

  • Quizás peca de demasiado ensayo y error, ya que la criatura detecta tu posición al más mínimo ruido o movimiento en falso

Entradas relacionadas