Seguramente, muchos de los que leáis este artículo conozcáis de sobra la saga Halo, o hayáis al menos jugado a varios de sus juegos. Otra parte, puede que minoritaria, sintáis el respeto que infunde el Spartan John. No solo por su extraordinario recorrido a lo largo de las generaciones de Xbox, sino por la brutal influencia que ha ejercido desde sus orígenes en la industria del videojuego. Y es que los shooters de hoy en día deben mucho al gran trabajo realizado en su día por Bungie, quienes pasarían el testigo posteriormente a 343i.
Si sois reacios a la saga, o simplemente no conocéis lo más mínimo sobre su importancia en los videojuegos, recomiendo encarecidamente que veáis el documental «Power On» de Xbox. Ya está disponible en Youtube de forma gratuita, y no tiene desperdicio. En lo que a este artículo se refiere, más que una reconciliación, supone por mi parte otorgarle el verdadero pedestal que merece el Jefe Maestro. Halo Infinite es un «ahora o nunca», un tren que está pasando en estos momentos, y al que si no te subes, probablemente lo pierdas para siempre. Halo Infinite me convirtió, y tengo la sensación de que a muchos de vosotros también. Estoy más dentro que nunca del universo del Jefe Maestro.
Toma de contacto
La Xbox 360 se lanzó en 2005. Aunque tiempo después me haría con una, dando así el salto a las consolas de Microsoft, fue un compañero de clase quien por aquel entonces tuvo la oportunidad de disfrutar del primer modelo. Un primerísimo modelo que, en 2007, recibiría Halo 3, la esperada historia del Jefe Maestro en una nueva generación. Si Halo Combat Evolved supuso una revolución en el mundo de los videojuegos, Halo 3 sería la constatación de que esta, era sin lugar a dudas la franquicia estrella de Microsoft.
Forza Motorsport 2 y Call of Duty 4: Modern Warfare también ayudaron a afianzar a aquella extraordinaria videoconsola. Pude probarlos, y ver de qué era capaz la nueva máquina que, sin saberlo, dominaría toda una generación. Su mando, su diseño, un rendimiento excelente, todo en la 360 era de 10. Y ahí estaba, un personaje cubierto por un manto metálico color verde, y una batalla en lo que parecía un escenario más bien abierto para la época. Fue la primera vez que lo vi en movimiento, en persona, y debo reconocer que me impresionó. Montado en un Warthog, aquel chaval me explicaba al son de los disparos, el complejo universo que envolvía a ese enigmático personaje.
Como era de esperar, y a pesar de su énfasis, supongo que debió ocurrirme como a mucha gente primeriza en el universo Xbox. No comprendía la magnitud del Jefe Maestro, el alcance que ya tenía, y la épica que siempre le acompañó. A ello, hay que sumarle el tiempo que pasó hasta que me hice con mi propia consola, la menor popularidad de la que gozaba la marca en España, y otros juegos que llamaron aún más mi atención. Fue cuando vi al hermano de mi mejor amigo jugar a Gears of War cuando tuve claro que debía adquirir una 360.
Primera oportunidad
Con la llegada de las nuevas Xbox One S y Xbox One X, Microsoft empezaba a enmendar el desastroso lanzamiento de 2013. Con Don Mattrick a la cabeza y el Kinect por castigo, por no aludir a comparaciones poco acertadas con otros sistemas, la nueva consola tuvo una muy mala acogida. Pero como decía, las nuevas revisiones en materia de hardware cambiaron las tornas. Ahora, Phil Spencer llegaba para dar un aire muy diferente a Xbox, y Game Pass sería el centro de todo. Es ahí donde prosigue mi historia con Halo.
Cuando adquirí mi Xbox One S, ese era uno de los principales motivos que me empujaron a comprarla. Empecé a jugar a multitud de juegos, y el servicio, pese a que no era como lo es hoy, ya contaba con un abanico de juegos más que considerable. Como muchos sabréis a estas alturas, el Game Pass cuenta con la excelente Master Chief Collection, pudiendo jugar a toda la saga al completo. De alguna forma, siempre tuve pendiente descargarla, hasta el día en que decidí animarme con Halo 5. Mejor informado sobre la trayectoria del Jefe Maestro (aunque no lo suficiente), me decanté por empezar su campaña. Más tarde, tras completarla, averigüé que, efectivamente, no era ni mucho menos la favorita de los fans. Sin embargo, lo que vi me gustó en muchos aspectos.
A nivel técnico, 343i había logrado dotar a la saga de lo que esta necesitaba tras la marcha de Bungie. Puede que no fuese la historia más épica, aunque tenía auténticos momentazos durante aquella campaña. Una de las cosas que más me sorprendieron fue su gunplay, muy pulido y adictivo, algo que perfectamente se le puede aplicar a Halo Infinite. Tras completar la quinta entrega, decidí seguir ahondando en su antecesor, y con Halo 4, pese a ser en mi opinión un buen juego, volví a desengancharme. Lo que no sabía, era que esa no sería mi última partida.
El punto de inflexión
A finales de 2020, tenía lugar el lanzamiento de las consolas de nueva generación. Tras irrumpir con fuerza en la gala de los Game Awards, Xbox Series X hacía acto de presencia como un elefante en una cacharrería. La Series S se mostraría más tarde, siendo la acompañante ideal en formato digital, una devoradora del Game Pass. Pero como siempre, si bien el hardware es importante, también hay que alimentarlo con buenos videojuegos. Y en eso ha trabajado francamente bien Microsoft.
El 2021 ha sido un año cargado de videojuegos, siendo bastante redondo para Xbox. Pero si nos remontamos al lanzamiento de Series X/S a finales de 2020, no podemos olvidar el golpe que supuso el retraso de Halo Inifnite. El buque insignia de Xbox se mostró en un estado que sorprendió para mal a los fans. Yo mismo esperaba con ansia el título, pues era consciente de su importancia, además de lo ambicioso que era. Aquel fatídico gameplay, con cosas muy llamativas pero algo más pobre en lo gráfico, sirvió para reafirmar dos cosas; lo trascendental que es esta saga para Xbox, y lo mucho que Microsoft está oyendo a su comunidad.
Hemos tenido que esperar mucho tiempo para tenerlo con nosotros, mientras 343i cocía a fuego lento su proyecto más ambicioso. Tras este periodo de refinamiento, llegó la hora de ponerme a los mandos del Jefe Maestro. Y entonces, me di cuenta realmente de cuan épico puede llegar a ser este universo. Los primeros instantes son algo más lineales y especialmente frenéticos, un gusto para cualquier amante de los videojuegos y del género en general. Pero es al salir a su mundo abierto, el anillo Zeta, cuando uno se queda boquiabierto. El multijugador ya me había enamorado, pero ver como esas mecánicas y el gunplay se transportan al mundo abierto, es simplemente un deleite para quien lo juega.
Una vez lo pruebas, no lo vuelves a soltar
Como decía antes, el multijugador ya fue vital en mi experiencia con Halo Infinite. Ya sabéis que este se adelantó unas tres semanas al lanzamiento del juego con su campaña, en una versión «beta» que bien podía pasar por la final. Es ahí donde empezó la carrera de 343i por convencer del todo a los fans, y a aquellos usuarios que no las tenían todas consigo. En mi caso, ya tuve la suerte de probar la última prueba privada del juego, y las impresiones fueron inmejorables. Es un juego tan adictivo, que no veía el momento de volver a él.
A día de hoy con la campaña, puedo decir que, si bien no soy un verdadero fan de toda la saga, Halo Infinite tiene todo lo necesario para seguir triunfando (pues ya lo ha hecho) por mucho más tiempo. Al principio pensaba que su mundo abierto podría no convencerme del todo. Es cierto que no hay una gran variedad de escenarios o biomas, pero eso da igual, no lo necesita. Con ello, es un videojuego precioso, que en algunas cosas me recuerda incluso a Breath of the Wild, principalmente por sus posibilidades de exploración.
El gancho es un elemento clave, de hecho, me ha gustado tanto que a penas doy uso al resto de habilidades que posee el Jefe Maestro. Su uso es muy satisfactorio, permitiendo llegar a prácticamente cualquier sitio del mapeado, por muy alto y vertical que sea. A esto hay que sumarle la variedad de elementos y misiones secundarias repartidos por el escenario, el cual es lo suficientemente grande. Probablemente os suceda como a mi, que en lugar de ir directamente a por las principales, «perdáis» buena parte del tiempo completando secundarias y coleccionables, simplemente apetecen.
En definitiva, sin ser ni mucho menos conocedor de todas las historias de Halo, ni haber vivido sus inicios, creo que Infinite es para mi, al igual que para otra mucha gente, la demostración de cuanto puede dar de sí la franquicia. El aura del Jefe Maestro siempre brilló con luz propia, y ahora por fin llego a entender el por qué. Halo Infinite me convirtió, me ganó desde el principio, cambiando por completo mi perspectiva. Como diría el Jefe, «las misiones cambian, siempre lo hacen», y me da que esta tendencia al cambio va a seguir por mucho más tiempo en Xbox.
Acerca del autor
He viajado a mundos que jamás creeríais, acabado con enemigos que escapan a todo misticismo. He sentido mi pulso acelerarse con cada batalla, y el suspiro de quien sabe que tendrá que volver a levantarse. Siempre hay un villano esperando y una aventura a la vuelta de la esquina.