Que el del videojuego es un mundo mágico, ya lo sabíamos. Los que vivimos con pasión este tipo de aventuras que tanto nos aportan y enseñan, nos sentimos afortunados. Somos conocedores de mundos que otros ni por asomo alcanzan a imaginar. Desde Steve Russell, Nolan Bushnell o la leyenda de Yamauchi, hasta la discutida casualidad de William Higginbotham, todos ellos, padres de una nueva realidad que nos ha permitido vivir otras vidas. El videojuego nos ha curtido con niveles infernales, llevándonos a enfrentar hordas de enemigos, cumpliendo con las misiones más imposibles. Enfundándonos la coraza del héroe en infinidad de ocasiones, y dejándonos llevar en tantas otras por el más vil de los villanos. El esquema más común. Pero luego, existen casos como el de Arise, donde no hay buenos ni malos. Ni vencedores ni vencidos.
A veces, parece que no hay lugar para los puntos intermedios, o que ya está todo inventado. Sin saber que en verdad, esta industria tan maravillosa, siempre depara una próxima aventura, y quizá esa, sea la que más te acabe marcando. No es fácil conmover al público, más aún cuando hay tanto que abarcar, tanta competitividad. Sin embargo, es ahí donde la narrativa, a veces y solo a veces, marca la diferencia. Esta es la historia, nunca mejor dicho, de Arise: A Simple Story. Una historia que atrapa, que conmueve.
Un mensaje perfectamente adaptado a la estructura de Arise
La narrativa es ese elemento a veces idolatrado, y otras tantas defenestrado. Motivo de discusión en las redes, en los medios como este dedicados a la industria en cuerpo y alma. A veces definitorio en demasía, algo de lo que dependen injustamente unos u otros videojuegos. Un lastre dirán algunos, una irrupción innecesaria o incluso el motivo por el cual me decanto por este título y no por aquel. Lo cierto es, que la narrativa tiene un componente mágico en cierto modo, hay mil maneras de contar una misma historia, y la que escoge «X» estudio es una lotería de cara a al público. Acertada en el caso que nos atañe.
El caso de Piccolo Studio, es el perfecto ejemplo de cómo la narrativa puede convertirse a veces en todo un arte intrínseco a los videojuegos. Una rama de la que se habla demasiado, pero que valoramos muy poco. Existen historias increíbles contadas a través de juegos AAA, que a su vez anulan cualquier altavoz que puedan tener otras muchas.
En Arise, el mensaje es tan potente y se trata con tanto mimo, que no da pie a debates ni intepretaciones paralelas. Sus responsables saben lo que quieren contar, y lo hacen de una forma brillante. Todo acompañado por una preciosa banda sonora. Y no se trata solo de eso, porque Arise no es un «pelijuego». El jugador es parte, se siente partícipe del viaje, lo vive.
El juego comienza con un rito nórdico que nos es familiar a muchos, una visión casi poética de la muerte con la que nuestro protagonista, es llevado en volandas al más allá. Desde este momento, nos encontramos en lo que parece una colina, bañada por el blanco de la nieve. Arise divide su gameplay en diferentes fases o episodios, cada uno con nombre propio, representados en la espesura blanca que recorre el personaje. Cada uno de estos episodios, nos hará revivir las experiencias que marcaron toda una vida. Un recorrido lleno de alegrías y tristezas que nos hará empatizar, e incluso a más de uno, verse identificado de alguna manera. Quizá con parte de la historia, o puede que en su totalidad.
La mecánica del tiempo
Arise: A Simple Story tiene una forma muy particular de conducirnos a través de sus escenarios. El stick derecho constituye la base jugable, una puerta de entrada bien aprovechada por Piccolo Studio. En función de la dirección hacia la que pulsemos, el tiempo avanza o retrocede, modificando al mismo tiempo las condiciones del escenario. Algo fundamental a la hora de resolver los puzles, con lo que tenemos que lidiar en todo momento.
Es genial ver como poco a poco, a medida que avanzamos, esta mecánica se combina con las de otros botones y con nuevos elementos del entorno. Telas de araña que aparecen, abejas que nos transportan de un lugar a otros, o derrumbamientos que son devueltos a su origen. Es un juego divertido, y lo que más me impresiona es cómo mantiene al jugador pegado sin un atisbo de acción. No hay enemigos, y por no haber, no existe a penas expresividad en nuestro personaje. Pese a todo, va dejando constancia de su estado de ánimo, dependiendo del punto en el que estemos.
Es muy difícil lograr el éxito que obtiene Piccolo Studio con su videojuego, más teniendo en contra el limitadísimo presupuesto con el que suelen contar este tipo de estudios. Es ahí cuando te das cuenta del talento, que hay algo único en ciertos desarrolladores que, independientemente de las circunstancias, hacen arte con lo poco o mucho que tengan.
Una historia imperdible
A lo largo de mi periplo, he ido disfrutando cada episodio, pero para cerrar este artículo, quisiera poner como ejemplo un par de ellos que me gustaron especialmente. Por supuesto, el resto del juego sigue manteniendo un nivel muy elevado, pero estos son los que más me marcaron personalmente. El primero de ellos es «Romance». En él, el protagonista revive esta parte tan bonita de su vida, y el propio nivel, está diseñado para que unas corrientes luminosas lo transporten en varias ocasiones. Una imagen que busca representar esa sensación que todos hemos sentido al menos una vez en la vida. Quizá el amor no tenga jamás mayor representación que la que uno mismo le pueda llegar a dar, pero la de Piccolo Studio, para mí, se acerca bastante.
El otro episodio se titula «Fruto». ¿Y qué puedo decir?, me cuesta incluso explicar lo que vi y jugué. La elegancia con la que se abarca un tema dan tierno y delicado como es la paternidad, un hijo que está en camino. Es sublime. Tuve la sensación de que lo que estaba experimentando era algo más que un videojuego o una historia bien contada sin más. Y tanto que es algo más. Hay tal magia que quedé embelesado nada más recorrer sus primeras «plataformas».
Llegué a la conclusión de que Arise: A Simple Story, es en definitiva eso, una historia «simple», pero que bien podría ser la tuya o la mía. Un viaje por el valle de la muerte y también de la alegría, de la agonía, del dolor más profundo y de la paz más inmensa. Esa que, imagino, uno encuentra allá donde le aguardan sus seres amados.
Acerca del autor
He viajado a mundos que jamás creeríais, acabado con enemigos que escapan a todo misticismo. He sentido mi pulso acelerarse con cada batalla, y el suspiro de quien sabe que tendrá que volver a levantarse. Siempre hay un villano esperando y una aventura a la vuelta de la esquina.