Como mencionábamos en el Vol.1 de este artículo, The Elder Scrolls es un saga que se remonta a los inicios de Bethesda. Concretamente a 1994, cuando se lanzaba The Elder Scrolls: Arena. Con la experiencia de otros proyectos importantes a sus espaldas, el estudio llevó a cabo lo que, sin saberlo, se convertiría en una de sus principales señas de identidad.
Aquel título primigenio de rol nos llevaba a un mundo abierto nunca antes visto. Con la misión de liberar al emperador de Tamriel, Uriel Septim VII, debíamos juntar las piezas del bastón del caos y vencer al malvado Jagarn.
Desde entonces, la saga no ha dejado de ofrecer una propuesta profunda en cuanto a libertad e historias se refiere. Si ya en Arena podíamos interactuar con multitud de NPC´s o tener nuestro propio oficio, estas opciones seguirían expandiéndose en las futuras entregas.
Daggerfall, un más y mejor
Antes de que Bethesda Softworks pasara el testigo de los desarrollos a Bethesda Game Studios, llevarían a cabo la segunda y exitosa entrega de The Elder Scrolls en 1996, esta vez titulada Daggerfall. En este caso, visitaríamos Roca Alta por orden del emperador.
Una vez allí, se nos presentaría a los Bretones y sus altas dotes para la magia. Una de las principales revoluciones de aquel título, fue el imponente tamaño del mapeado. Con más de 160.000 kilómetros cuadrados explorables, se convirtió rápidamente en uno de los mundos abiertos más bastos de la historia de la industria.
A todo ello, hay que sumar la gran cantidad de personajes con los que podíamos interactuar, que se incrementaron notablemente respecto a su primera entrega. Era un más y mejor excelentemente ejecutado, habían más mazmorras, más enemigos, e incluso, más finales alternativos. Esta vez contó con hasta 6 finales diferentes según las decisiones del jugador.
A pesar de los problemas con los que contó de lanzamiento, The Elder Scrolls II: Daggerfall logró expandir el universo de Tamriel a otro nivel. Muchos fallos de lanzamiento se corrigieron, mientras que otros perduraron hasta el momento en el que se redacta este artículo, pero el éxito de Daggerfall quedará para siempre en la industria del videojuego.
Morrowind, el juego que lo cambió todo en la exitosa saga de Bethesda
Con la marca bien asentada, sería la recién nacida división Bethesda Game Studios la encargada de sacar adelante el nuevo The Elder Scrolls. Con las nuevas tecnologías, podíamos presagiar algo bastante «gordo», pero Morrowind fue todo eso y mucho más. Esta vez, no solo llegaría a su público original de PC, sino que contaría con una versión adaptada a la Xbox original. La saga aterrizaba oficialmente en consolas de sobremesa a finales de 2002.
El éxito fue tal, que contó con dos expansiones tras su lanzamiento; Bloodmoon y Tribunal. Además, estas se añadirían junto al videojuego en su versión «Game of the Year» más tarde. Elogiado por el público y la crítica, Morrowind ofrecía un nivel de detalle muy por encima de lo visto en el género, con un editor de personaje mucho más avanzado, gremios de los que el jugador podía tomar parte, o el revolucionario cambio de perspectiva en tercera persona. Definitivamente, este nuevo escalón en la saga, sentaría las bases de lo que llegaría después.
Las mejoras en el sistema de combate, las habilidades y edición de nuestro personaje, y la libertad de su mundo hicieron posible las evoluciones vistas en las nuevas entregas.
Consolidación
La fórmula de «haz lo que quieras» seguiría vigente en The Elder Scrolls IV: Oblivion, con una evolución más que notable, que llegaba nuevamente a Xbox, esta vez a la segunda generación con 360. Esta posibilidad de jugarse en consola, haría aún más popular el nombre de la saga, que se consolidaba oficialmente en la industria y en el género de rol.
Manteniendo la costumbre, Bethesda siguió dando soporte al juego con nuevas expansiones, y Shivering Isles sería la primera. En 2007 se incluiría junto a esta la expansión Knights of the Nine, en lo que sería un pack que llegaría también a la versión de PS3. En un mapa completamente nuevo, los jugadores explorarían las bastas tierras de Cyrodiil, ubicadas al suroeste de Morrowind.
Con Oblivion, Bethesda apostó por introducir el denominado sistema de «autonivel», haciendo que todos los enemigos y la recolección de objetos, se vean alteradas en función del nivel de nuestro personaje. Al mismo tiempo, el sistema de progresión siguió la misma línea que Morrowind, mientras que la elección de nuestro «prota» se mantiene igual al título precedente. Con hasta diez razas diferentes, Oblivion supuso una nueva evolución que perfeccionaría aún más la fórmula de The Elder Scrolls, hasta que finalmente llegó Skyrim.
Skyrim; el último gigante de Bethesda sigue más vivo que nunca
Skyrim daría vida a la quinta y última entrega de The Elder Scrolls. Todos recordamos ese «Hey you, you´re finally awake», escena mítica que sería recordada para siempre, gracias en parte al poder de los memes. Esta vez, TES V nos llevaría a los terrenos de la provincia de Skyrim, donde el jugador tendría que desenvolverse en plena guerra civil doscientos años después de lo sucedido en Oblivion.
Y qué podemos decir ya que no sepamos de Skyrim… Su leyenda sigue más viva que nunca, con una comunidad que sigue perdiéndose a lo largo y ancho de sus asentamientos, mazmorras y bastos campos repletos de peligros. Los combates siguen siendo más épicos que nunca, con los dragones como principales bestias protagonistas. Arropado por Bethesda con otras tantas expansiones, se convirtió por méritos propios en el TES más vendido de la saga. Buena parte de culpa la tiene también TES Online, contando con multitud de contenido constante, y que nos invita a seguir viviendo aventuras increíbles por Tamriel.
The Elder Scrolls VI ya está en camino, pero esperamos que con este humilde viaje por la saga, se os haya hecho más amena la espera. Nosotros estamos deseando hincarle el diente. ¡Ah! y no te pierdas la tercera y última parte de este artículo, próximamente en Área Xbox.
Acerca del autor
He viajado a mundos que jamás creeríais, acabado con enemigos que escapan a todo misticismo. He sentido mi pulso acelerarse con cada batalla, y el suspiro de quien sabe que tendrá que volver a levantarse. Siempre hay un villano esperando y una aventura a la vuelta de la esquina.