Desde Red Thread Games, bajo el paraguas de Spotlight by Quantic Dream, nos llega Dustborn. Una aventura narrativa con toques de otros géneros que hace el esfuerzo de sorprendernos constantemente con nuevas mecánicas. Sin embargo, hay puntos más oscuros que es necesario comentar también. Si queréis saber más, quedaos con nosotros en este análisis para saber qué nos ha parecido esta propuesta amparada por Quantic Dream.
Una historia que intenta mantenerte enganchado
Pax, Sai, Noam y Theo son los protagonistas de esta peculiar historia retrofuturista en una Estados Unidos que dejó de ser tal tras un importante suceso que cambiaría el transcurso del devenir del país para siempre: John F. Kennedy sobrevivió al asesinato (en el guion del juego se quedó en intento, evidentemente) de 1963. La primera imagen que tenemos es la de nuestros protagonistas intentando fugarse tras un atraco exitoso en el que consiguieron llevarse un cargamento de gran valor. A partir de aquí se va forjando una historia de humanos y robots, con discriminaciones de por medio similar a lo visto en Detroit: Become Human, dramas familiares y otras cuestiones incluidos.
Ahora bien, hay algo que falla en la narrativa, y no es precisamente algo que debamos pasar por alto: tarda demasiado en arrancar. Además, cuando vemos que por fin está empezando a arrancar, lo cierto es que tampoco ha llegado a engancharme de la manera que debería, debido a una enorme falta de contexto que me impedía conectar correctamente con los personajes y lo que quieren contarnos. Puede que esto sea algo muy subjetivo, pero en mi experiencia personal esto es lo que he vivido.
Una mezcolanza de géneros es el punto más positivo de Dustborn
A pesar de que la premisa principal de Dustborn se basa en una aventura narrativa sin puzzles, centrándose únicamente en la toma de decisiones y la introspección de su historia y personajes, también presenta otras mecánicas que consiguen evitar la repetitividad. Una de ellas es la que tiene que ver con el hack and slash, y es que sí, de vez en cuando podremos luchar cuerpo a cuerpo contra ciertos enemigos, incluso con mejoras y poderes que iremos desbloqueando al avanzar en la historia.
El género hack and slash se presenta de una forma bastante simple, si bien tampoco hace ningún mal a la aventura. Sienta bien pegar unos buenos mamporros tras haber estado hablando durante rato con algunos personajes, sirviendo para esquivar la repetitividad. Del mismo modo, el género rítmico hace acto de presencia eventualmente poniéndonos a tocar varias canciones, simplemente para desconectar un poco (aunque también tiene un peso en el guion). Llegados a cierto punto, sin entrar demasiado en spoilers, comenzamos a usar un aparato especial con forma de consola de videojuegos portátil que nos permitirá capturar «fantasmas» que tendremos que buscar manualmente en determinadas zonas.
Todo esto conforma lo que es, en mi opinión, el mayor punto positivo de este título. Sin ninguna duda son mecánicas simples, pero es innegable que al menos se han esforzado por reducir la repetitividad lo máximo posible. De esta forma, se consigue que no todo lo que veamos sea únicamente cinemáticas y charlas con personajes (algo que no tiene porqué ser malo, si es que está bien realizado). En adición, a lo largo de las pequeñas zonas cerradas en las que podemos movernos libremente encontraremos coleccionables que servirán para desbloquear diálogos y relaciones adicionales con el resto de personajes al entregarles determinados objetos, lo que nos incita a rebuscar items por el escenario.
Los poderes especiales de los protagonistas de Dustborn
Los personajes principales de Dustborn se definen como «anomalías». Gente con poderes sobrehumanos que varían según de quién se trate. Por ejemplo, Pax, a quien controla el jugador, posee la habilidad de manipular a otras personas mediante el uso de su «Habla». Digamos que puede cambiar los pensamientos. Poniendo otro ejemplo, Sai goza de una fuerza física extremadamente elevada en comparación a cualquier humano común. Esto se usa para resolver ciertos inconvenientes, pudiendo llamar al personaje adecuado cuando sea requerido para que haga uso de sus poderes con el fin de resolver el contratiempo. Eso sí, hablamos de una mecánica muy guionizada, tal como es el propio juego, que no es posible usar libremente.
Con los poderes de Pax sí se nos otorga algo más de libertad de elección. Habrá conversaciones en las que el diálogo normal y corriente dejará de ser una opción viable. Es ahí cuando entra el «Habla» de nuestra protagonista, gracias al cual podemos elegir si bloquear, empujar o, en general, manipular mentalmente al otro implicado. Puede haber ligeros cambios en el devenir de nuestra odisea por esa EE.UU. ficticia según lo que se escoja aquí, lo mismo que con los diálogos de toda la vida.
Gráficos agradables que se ven empañados por problemas técnicos
Usando un típico cel-shading, Dustborn muestra en pantalla un apartado gráfico y sonoro más que decente. Aunque, desgraciadamente, no cuenta con doblaje al idioma de Cervantes, sí que posee un perfecto trabajo de doblaje al de Shakespeare. En este tipo de propuestas siempre se va a echar en falta un doblaje al español, pero hay que reconocer que el original en inglés es un gustazo. La música se hace notar en composiciones mayormente relajadas que vienen como anillo al dedo. Por el lado gráfico, el título tiene tan presente la estética comiquera que, literalmente, se convierte en un cómic jugable. Veremos bocadillos de cómics constantemente, que incluso a veces llegan a romper la cuarta pared para comunicarse directamente con el jugador. Del mismo modo, cada capítulo terminado abre un cómic que nos muestra un resumen de lo sucedido a lo largo del mismo.
Y ahora toca hablar de la parte negativa del apartado técnico. Y es que este sufre de varios problemas como son una tasa de fps bastante baja durante casi cada hora de la aventura (cuya duración varía bastante según cómo juegues, con una media de 15 horas). Los crasheos recurrentes, principalmente en los combates hack and slash, es algo que también resulta necesario recalcar, desafortunadamente. Es de esperar, y ojalá sea así, que se lance un parche en los próximos días/semanas que solucione estos problemas.
En definitiva, Dustborn intenta ser rompedor, pero…
No hay que dejar de reconocer que Dustborn es un juego que, al menos, propone interesantes mecánicas que no suelen ser habituales en un género como el de la aventura narrativa. Y justamente por esto es por lo que se lleva un aprobado, puesto que, por lo demás, no hay nada realmente destacable. La historia no solo es que tarde demasiado en arrancar, sino que además se deja bastantes cosas por explicar. Esto, personalmente, no me permite conectar con ella del todo. Por otro lado, si bien gráfica y sonoramente sí que se nota un gran trabajo, no podemos obviar los problemas técnicos.
La propuesta de Red Thread Games y Spotlight by Quantic Dream nos deja con un sabor de boca agridulce. Y con cierta tristeza por lo que podría haber sido. Sin embargo, al estar disponible en el catálogo de Xbox Game Pass sin coste adicional, os recomendamos encarecidamente que le deis un tiento. Por último, queremos agradecer a Meridiem Games por el código proporcionado que ha hecho posible este análisis, mientras os recordamos que tenéis disponible una edición física de Dustborn para Xbox Series X|S y PS5 con bastante contenido en su interior.
Dustborn está disponible para Xbox Series X|S, Xbox One, PS5, PS4 y PC. Nos despedimos recordándoos que en Área Xbox estaremos a vuestra disposición a diario con toda la actualidad, análisis y artículos del videojuego en vuestra consola favorita.
Dustborn
Pro.
- El juego se esfuerza por sorprenderte con nuevas mecánicas.
- Gráficamente agradable.
Contra.
- Demasiados fallos técnicos, que esperemos que se corrijan en un futuro parche.
- La narrativa tarda demasiado en empezar a arrancar.
- Personalmente, no he llegado a conectar del todo con la historia ni con los personajes.
Acerca del autor
Juego a videojuegos desde que tengo uso de razón, así que se puede decir que me gusta un poco hablar sobre ellos.