Análisis de Song of Iron

Hoy nos encontramos frente a un título que llevaba tiempo captando nuestra atención y, si estás aquí, suponemos que la tuya también. Hemos estado viendo muchos GIF y tráilers de Song Of Iron dispersos por toda la red durante estos meses haciendo crecer nuestro hype cada vez más. Por fin, tenemos una copia de esta aventura vikinga entre las manos y podemos ofreceros nuestro particular análisis. 

Song of Iron es una aventura de peleas y plataformas con desarrollo en 2D basada en el siempre atractivo universo vikingo. ¿Cuál es la particularidad de este título? Pues resulta que ha sido realizado por una sola persona.

Joe Winter es el creador y desarrollador íntegro de Song of Iron. Este chico no es un completo desconocido ya que lleva más de 14 años trabajando en la industria del videojuego y ha participado en proyectos enormes como Halo 5 o NeverWinter, entre otros. Desde hace un tiempo tomó las riendas de su destino y hoy se dedica por completo al desarrollo de videojuegos independientes. Fruto de este esfuerzo ha fundado el estudio Resting Relic y nos ha presentado este Song of Iron, un título visualmente atractivo pero con más sombras que luces.

Song of Iron: una venganza vikinga

La historia de Song of Iron se desarrolla bajo una premisa muy sencilla y vista hasta la saciedad. Tomamos el papel de un guerrero (o guerrera) vikingo que tras una ausencia regresa a su poblado para ver cómo ha sido arrasado bajo las flechas y las llamas del enemigo. Buscando entre los escombros después de haber abatido a unos cuantos bandidos que aún pululaban entre los restos de las casas encontramos a nuestro ser amado herido de muerte. Antes de expulsar su último aliento nos entrega un misterioso amuleto. A partir de este punto nuestro protagonista parte en busca de una venganza sangrienta que le llevará a encontrarse con otros humanos, animales, criaturas de fantasía e incluso con los dioses.

Los combates son el eje principal del título

Song of Iron es un título que proyecta su éxito jugable casi por completo en el combate. Durante la mayor parte de la aventura no haremos otra cosa que avanzar de forma lateral dando hachazos o espadazos a los enemigos que se nos pongan por delante. Y es aquí donde llega el primer y principal inconveniente del juego ya que, para ser su baza fundamental, no está todo lo pulido que debiera.

Los combates en Song of Iron son lentos y toscos. Creemos que el autor ha querido, de alguna forma, representar la crudeza y contundencia de la lucha cuerpo a cuerpo de aquella época. Sin embargo, salvando los primeros minutos de juego, las peleas no resultan tan entretenidas como deberían. 

Los movimientos son tan lentos y poco precisos que nos desquiciarán en más de una ocasión, sobre todo cuando se junten varios enemigos a la vez por los dos lados. Además, el tema de las físicas no está muy conseguido tampoco. No notamos cuando impactamos a los enemigos. Esa sensación de contundencia que se debería experimentar cuando le atizamos a un enemigo con un hacha y nos indica que le hemos hecho bastante daño no existe en el juego. Cuando lanzamos los ataques parece que estemos golpeando a unas sombras inconsistentes. 

Armamento perecedero y controles un poco bruscos

Disponemos de varios tipos de armas como hachas, espadas o incluso lanzas y de un arco y flechas para atacar desde la distancia. Las mecánicas son sencillas: podremos atacar, dar una patada, bloquear con el escudo o esquivar…y esquivar…y esquivar. Ya os adelantamos que la voltereta lateral para esquivar se convertirá en vuestro movimiento estrella. Nos daremos cuenta enseguida que el combate se resume en contraatacar las embestidas de tus enemigos, preferiblemente esquivando y asestando nuestro golpe por la espalda. Aunque también podremos protegernos con el escudo (sobre todo de las flechas enemigas) esto resulta arriesgado porque tienen una vida útil muy corta. En este punto hemos de hablar de la implantación de una mecánica que sí que resulta muy interesante y dota a los enfrentamientos de algo más de estrategia.

Debemos tener cuidado porque nuestro personaje podrá perder el escudo rápidamente, al igual que el arma de mano si la lanzamos o quedarnos sin flechas. Esto provocará que pensemos bien los movimientos que vamos a realizar puesto que deberemos estar continuamente intercambiando las armas y escudos que nos encontremos de los enemigos. A pesar de que esta mecánica añade un punto de interés lo cierto es que los combates no llegan a ser del todo satisfactorios. Y en un título donde su base jugable son los combates, si no funcionan estos no acaba de funcionar el juego en general.

A medida que avanzas en la historia irás encontrando partes de armadura que te otorgarán habilidades especiales. Esto le da un poco más de profundidad al combate y al plataformeo, pudiendo usar el poder del fuego, del rayo u obteniendo más velocidad. Sin embargo, tampoco son la panacea y pronto descubrirás que puedes acabarte la aventura usando las mismas habilidades una y otra vez.

Cuando las plataformas tampoco funcionan…

Hemos dicho que Song of Iron pretende basar su éxito en el combate pero realmente es un juego de plataformas en 2D con scroll lateral. Y aquí encontramos el siguiente gran problema: las carencias que existen en el modelo de combate no se suplen con un control exquisito en el plataformeo. Ni mucho menos…

En cada área deberemos saltar o trepar una serie de obstáculos para ir avanzando por los niveles. En determinados momentos deberemos mover ciertos bloques de piedra que nos servirán para subirnos en ellos y así poder alcanzar zonas más elevadas. Sin embargo, los controles del personaje son tan toscos y torpes que se nos complicarán las cosas en multitud de ocasiones. Viviremos situaciones en las que un salto aparentemente sencillo se convierte en una odisea, no por nuestra falta de destreza si no por la imprecisión de los controles. Creo que es un grave error no haber implementado una jugabilidad acorde al concepto de tipo de juego que se presenta, ya que es un juego de plataformas con mucho peso en los combates pero ni las mecánicas de salto ni las de combate están bien pulidas.

Durante nuestro periplo nos encontraremos también ciertos puzles que habremos de resolver (sin ningún tipo de indicación o ayuda) para desbloquear las puertas que nos permitan acceder a una nueva zona. No son muy complejos y no suponen grandes desafíos pero nos obligarán a explorar las zonas más concienzudamente. 

Cada cierto tiempo encontraremos unas luces en el suelo que nos indicarán que hemos llegado a un punto de control. Esto supone un alivio porque si morimos reapareceremos casi de inmediato en esta zona. Y creedme: os vais a alegrar mucho cuando veáis estas lucecitas porque el juego tiene bastantes bugs.

Song of Bugs

En las dos vueltas que le hemos dado al juego nos hemos visto atrapados en situaciones donde una determinada piedra que tenías que mover no se movía o un ascensor que tenía que subir o bajar no lo hacía. En estos casos te toca partir de nuevo desde el punto de control más cercano así que asegúrate de tener siempre uno cerca.

Hay bugs que realmente lastran la experiencia de juego. Aparte de estos que os hemos comentado también nos hemos encontrado con bugs en mitad de un combate donde, sencillamente, se nos bloqueaba el botón de atacar y no respondía. Por otro lado, ha habido ocasiones donde el personaje lanzaba un ataque cargado en vez de uno normal más rápido, por lo que te dejaba absolutamente vendido al rival. También, un error bastante común, es que el personaje se pone a esprintar sólo, sin haber pulsado el botón correspondiente. Pero además hay errores en la IA de los enemigos, que muchas veces se quedan quietos mirando las musarañas esperando a que los matemos. 

Son bugs que se pueden solucionar fácilmente con algún parche pero claro, entramos en el problema de siempre: ¿qué capacidad tiene una única persona de solventar unos errores así? ¿Cuánto tardaría? Veremos en qué queda la cosa pero desde luego una corrección de estos bugs nos parece muy necesaria.

Song of Iron brilla con luz propia

Donde sí destaca Song of Iron, y esto es innegable, es en su apartado gráfico. Todas estas carencias jugables se ven ensombrecidas por un apartado visual extraordinario. Desde aquí queremos felicitar a Jon Winter por un excelente trabajo, tanto por el diseño de escenarios como por el brillante tratamiento que hace de la luz a lo largo de casi todo el título.

Cuando recorremos los escenarios los elementos que se nos presentan en primer plano como árboles, rocas, ríos, etc, tienen una calidad de texturas y de iluminación sobresaliente. Esto crea una sensación de profundidad bastante grande, muy importante para un título de desplazamiento lateral. 

Pasaremos por escenarios de todo tipo: bosques frondosos, cuevas oscuras, zonas heladas, ruinas antiguas…Todos cuidados con un detalle exquisito, teniendo en cuenta que todo está hecho por una única persona. 

Los juegos de luces y sombras en las zonas cavernosas crean una atmósfera perfecta, aumentando la tensión del momento. La luz del sol y los reflejos en el agua nos permiten disfrutar de ciertos momentos de paz y relajación. Hay algunas ocasiones en las que asistiremos a planos realmente hermosos, con perspectivas como sacadas de una película y nos propondrán momentos muy emocionantes. 

Nosotros hemos jugado a Song of Iron en la versión para Xbox Series X y el título luce realmente bien a 4K y 60 fps.

Ausencia de interfaz y apartado sonoro escueto

Una cosa curiosa es que en Song of Iron no encontramos interfaz alguna, cosa que nos ha parecido un acierto. El personaje dispone de tres barras que pertenecen a la vida, al cansancio y a la habilidad y que sólo aparecen en pantalla cuando se realiza una acción relacionada con ellas y desaparece tras unos segundos. Son tres barras muy pequeñas y delgadas que dejan espacio de sobra para contemplar absolutamente todo lo que nos muestra la escena. Tampoco existe ni el inventario ni el mapa. El personaje solo lleva lo que puedes ver que lleva encima, es decir, un arma, un escudo y determinada cantidad de flechas. No hay nada más. No existen pociones para curarse (la barra se regenera sola tras una batalla) ni ningún objeto con alguna función especial. Esto es algo bastante fresco y se agradece en un título de estas características. 

El apartado sonoro no es precisamente su punto fuerte, pero tampoco flaco. El título está rodeado casi en su totalidad de los sonidos ambientales, que son simplemente correctos. La música suele aparecer para enfatizar los combates o partes de la historia donde va a ocurrir algo importante. La banda sonora es casi toda a base de percusión y envuelve bastante bien la atmósfera vikinga.

Lo que es imperdonable es la paupérrima localización a nuestro idioma. No hay voces apenas, por lo que todos los mensajes nos llegan a través de texto escrito y la traducción al español es bochornosa. Se nota demasiado que está realizada con alguna herramienta automatizada de traducción y los resultados, en muchas ocasiones, rozan el ridículo. Pero de nuevo volvemos al mismo asunto de siempre: ¿cuánto se le puede exigir a un sólo hombre?

Song of Iron: no es “iron” todo lo que reluce

Ya hemos comentado en alguna otra ocasión aquí en Área Xbox el riesgo que supone realizar un análisis de un videojuego creado por una sola persona. Creemos que nunca seremos justos con las valoraciones de este tipo de títulos en los que se produce el eterno conflicto entre el cariño y la profunda dedicación del autor y la satisfacción del resultado final. En esta ocasión el saldo es ligeramente negativo.

Song of Iron es un título que resulta brillante estéticamente pero que adolece demasiado la falta de pulidez tanto en su jugabilidad como en su desarrollo lineal y monótono. Es un juego que entra por los ojos y donde se aprecia el esfuerzo titánico de su creador en cada palmo. Durante aproximadamente las 4 horas que dura el título vamos a disfrutar de unos paisajes preciosos y unos juegos de luces bastante llamativos pero poco más: la escasez de elementos creativos, el tosco control y los bugs empañan un poco la experiencia de un juego que podría haber sido mucho más. 

Song of Iron

19,99 €
6

GRÁFICOS

8.0/10

SONIDO

5.0/10

JUGABILIDAD

5.0/10

Pro.

  • El apartado visual es espectacular
  • Algunas escenas sorprendentes
  • Trabajo colosal para una única persona

Contra.

  • El control del personaje es deficitario
  • Algunos bugs que empañan la experiencia
  • Monótono y repetitivo en su desarrollo

Acerca del autor

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Gamer desde los 80. Amante de los animales y el buen cine. Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. A veces salgo en películas por detrás.

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